Querido amigo,
Fue horrible despedirnos de ti, ya te lo dije y lo sigo pensando, ojalá hubieras sido eterno porque te lo merecías más que la mayoría de seres humanos. Querido amigo, la vida continúa pero es inevitable sentir nostalgia cuando paseamos por el parque y vemos un cocker negro fuego, con sus orejitas y siempre olfateando. Ojalá nunca hubiéramos tenido que despedirnos de ti.
Amigo mío, tú me enseñaste muchas cosas que no entran en una carta, pero sobre todo me enseñaste a amar a los perros y cuidarlos siempre. Me diste una lección muy grande: la fidelidad más grande que tendrás al lado, tiene cuatro patas y suelta pelos por la casa.

Gracias a ti, hoy tengo a Berlín, tu “primo” que te sigue buscando por el parque. Amigo mío, tú me has enseñado que el amor de un perro es incondicional. Es el único ser que daría la vida por su familia sin dudar un segundo. Que cuando la vida nos pone pruebas y se pone cuesta arriba,
cuando no te apetece salir de casa y la tristeza y el agobio nos invade, ahí estáis. Ahí estáis para demostrarnos que la vida es sencilla. Que vosotros sois felices por el hecho de salir a pasear y compartir tiempo con nosotros. Que cada día que llegamos de trabajar, cansados y sin ganas de
nada, ahí estáis vosotros para mover el rabo, ladrar y celebrar nuestra llegada como si lleváramos años sin vernos. Eso es vida y eso nos lo enseñaste tú. Nos enseñaste que la vida nos la complicamos nosotros y que basta un ratito en el parque para olvidar todo lo malo.

Nunca fuiste de juguetes pero jamás rechazabas comida. Siempre estabas dispuesto a correr detrás de una hembra para conquistarla y has sido el único perro que conozco, que ha estado detenido por la Policía. Así eras tú, glotón y golfo. Conocerte no ha sido casualidad, estoy segura de que la vida nos trajo a ti porque tenías que dar muchas lecciones a esta familia. No ha sido algo bueno, ha sido lo mejor. Y aunque te recuerdo con tristeza y te voy a echar de menos siempre, me quedo con las enseñanzas que nos has dado.
Amigo mío, espero que donde estés, estés descansando, con la tranquilidad y la paz de que aquí en la tierra hiciste todo bien y ahora tienes que cuidarnos desde arriba y cuidar a los que tenemos arriba. Estoy segura que en el cielo de los perros hay un montón de comida para ti y estoy segura de que todos los días sacas tiempo para vernos, porque te sentimos a nuestro lado.
Has sido el mejor amigo de cuatro patas que ha podido existir. Dieciséis años de darnos amor, energía y protección. Dieciséis años donde la vida era infinitamente mejor, pero ahora el cielo está de fiesta porque tiene un nuevo amigo allí.
Nos va a doler toda la vida, porque cuando pienso en ti se me rompe el corazón. Me has enseñado a amar a los perros y siempre me sentiré en deuda contigo por enseñarme este amor.
Y como te dije la última vez que ti: gracias por todo amigo.
Te queremos y te querremos cada día de nuestras vidas,
hasta que nuestros ojos se cierren como los tuyos.
Vuela alto amigo, te quiero.